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2 abril 2020
Ante la situación de pandemia y confinamiento en que nos encontramos es frecuente que aparezcan estados de ansiedad que pueden ser más o menos intensos. El elevado nivel de incertidumbre que acompaña esta situación, por ser algo nuevo y desconocido, facilita que aparezca ansiedad, miedo y angustia como la preparación frente a un peligro y emociones como:
Miedo: a la pérdida de salud, a las posibles consecuencias de la enfermedad, a la falta de recursos, a perder el trabajo,… Es lógico sentir miedo ante una situación que se percibe como nueva y amenazante. Es posible que pensamientos como “me puede pasar a mí” o “puedo contagiar a mi familia”, “podemos morir” aparezcan llenándonos de angustia y malestar.
Este sentimiento puede generar tanto reacciones funcionales para nosotros como disfuncionales.
Si gracias a ese miedo yo voy a protegerme y a proteger a los que me rodean, tomando medidas y siguiendo las recomendaciones, sin quitar peso a esta situación y sin pensar que esta situación no es para tanto, que están exagerando…, si mis reacciones son por tanto normales y controlables, será un miedo funcional y adaptativo, algo lógico y normal frente a la situación actual, y me facilitará no exponerme ni exponer a otros, ni ponernos en peligro.
Pero si este miedo lo llevo a niveles extremos, exacerbando lo que podría pasar, haciéndome pensar que esto es catastrófico y que estamos totalmente desprotegidos, que no tenemos ningún control, entonces será un miedo disfuncional, nos hará experimentar desesperanza y creer que no tiene sentido nada de lo que hagamos. Experimentando por ello unos niveles muy elevados de ansiedad y sentimiento de indefensión.
Frustración: esta situación puede provocar una sensación de pérdida de libertad, de dificultad en llevar adelante nuestros proyectos y actividades…
Sentimiento de soledad o sensación de aislamiento: la falta de vinculación puede provocar una sensación de soledad y agravarse especialmente en aquellas personas que viven solas. Pueden aparecer pensamientos del tipo “me siento sólo”, “qué hago si me pasa algo”, “¿habrá alguien para ayudarme?”.
Rabia: como consecuencia de sentir que está ocurriendo algo injusto o que estoy siendo víctima de decisiones equivocadas o irresponsables de otras personas. “Tendrían que haber actuado antes”, “esto no es culpa mía”, “otros no respetan las reglas y se aprovechan”,… todos estos pensamientos pueden llevarnos a actuar de forma irresponsable y que nos ocasionen consecuencia negativas o situaciones violentas.
La ansiedad puede también aparecer a la hora de tener que realizar actividades diarias como ir en transportes públicos, acudir al trabajo, realizar la compra, etc. En definitiva, tener que compartir un espacio con más personas. También podrían presentarse ciertas fobias sociales, especialmente cuando termine el confinamiento y podamos volver a nuestra rutina.
El cambio implica desarrollar conductas flexibles y adaptativas a la situación con la finalidad de afrontarla positivamente, y es necesario frente a situaciones novedosas generar nuevos hábitos. Encontrar modos constructivos de manejar la adversidad:
Hablar con nuestro familiares y amigos diariamente, expresar cuándo algo nos preocupa o agobia bien hablándolo y/o escribiendo sobre ello; aprovechar este tiempo para compartirlo en familia, si la tenemos con nosotros, o para nuestro cuidado personal, ponernos al día en nuestras cosas atrasadas, ordenar ropa y papeles,… Leer, ver series, hacer ejercicio y mantenernos activos, pero sin olvidarnos también de descansar, dormir lo necesario, alimentarnos sanamente, practicar alguna técnica de respiración, relajación, bailar, cantar, etc.
Recurrir si lo necesitamos en algún momento, a al alguno de los servicios psicológicos de atención telefónica.
Pensar que lo que vivimos hoy acabará y valorarlo como un tiempo que se nos ha regalado para compartir más en familia, en pareja o con nosotros mismos, un tiempo para cortar con la rutina, a veces estresante, bajar el ritmo y las revoluciones (siempre que sea posible) es otra de las claves para evitar que el coronavirus acabe también por robarnos este tiempo del que somos dueños
Pero si a pesar de todo te sientes muy nervioso, triste, ansioso, si experimentas nerviosismo, agitación o tensión, con sensación de peligro inminente y/o pánico, no puedes dejar de hablar del tema y consultar noticias y datos sobre ello o que la situación afecta alguna esfera de tu vida, no dudes en buscar la ayuda de un profesional de la salud mental y, por supuesto, busca esta ayuda si, por desgracia, has sufrido la muerte de familiares, amigos… donde además del dolor de perder un ser querido esta la dificultad añadida de no poder realizar las ceremonias y ritos de despedida tan necesaria para poder ir elaborando el duelo.
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Tags: actitud, afrontar, angustia, ansiedad, confinamiento, coronavirus, covid-19, crisis vitales, emocional, emociones, frustración, miedo, proactividad, psicología, quedate en casa