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27 octubre 2019
El online grooming es el proceso a través del cual un adulto, valiéndose de los medios que le ofrece Internet consigue involucrar a un menor en un proceso de abusos sexuales tanto de manera directa (en persona) como indirecta (p.ej., a través del intercambio de contenidos sexuales o webcam). Dentro del proceso de online grooming entran en juego elementos de acercamiento afectivo y construcción de un vínculo emocional de manera progresiva, con el fin de evitar la revelación por parte del menor y así mantener la relación en el tiempo (Webster et al., 2012).
La legislación española recoge el delito de online grooming como el conjunto de actos realizados a través de las tecnologías de la Información y Comunicación (TICs) para contactar con menores de dieciséis años y proponer encuentros con fines sexuales, captar o utilizar menores con fines exhibicionistas o pornográficos, elaboración de material pornográfico, así como su producción, venta, difusión y distribución (Ley Orgánica, 1/2015).
El proceso de online grooming se concibe en torno a la construcción de una relación afectivo-emocional establecida entre el adulto abusador y el menor, así como en las estrategias de manipulación que emplea el adulto para mantener el silencio de la víctima y conseguir que participe activamente en la relación abusiva.
Estrategias agresivas como la coacción o las amenazas son menos comunes y parecen restringidas a estadios más avanzados de la relación abusiva, utilizadas para evitar la finalización de la relación o como venganza por ello.
Una vez creado el vínculo en mayor o menor medida, tendrían lugar los encuentros sexuales entre adultos y menores, tanto en persona como a través de las TICs (p.ej., a través de webcam) pudiendo ser éstos encuentros puntuales o sostenidos en el tiempo.
Internet como facilitador para perpetrar el abuso
Como se ha planteado anteriormente, las TICs presentan un formato y unas características que facilitan la utilización de nuevas y variadas estrategias por parte de adultos abusadores respecto a la victimización sexual tradicional. Con el desarrollo de las TICs las nuevas generaciones se presentan como “nativos digitales” en un entorno cambiante y en constante desarrollo que a veces escapa a la comprensión de muchos adultos y educadores. Es importante tomar conciencia de determinadas particularidades que hacen de las TICs un medio potencialmente peligroso para el desarrollo de situaciones relacionadas con el online grooming, así como a otros tipos de victimización online de menores como el cyberbullying (Gámez-Guadix, 2017).
En relación a la victimización sexual de menores, más que de un aumento debido a las TICs, se señala un cambio de estrategia a la hora de perpetrar los abusos por las particularidades de éstas (Livingstone y Smith, 2014). Diversos autores han puesto de manifiesto diferentes características y peculiaridades del entorno online que facilitan el desarrollo de conductas de abuso, las cuales se detallan a continuación:
Accesibilidad e incremento de víctimas potenciales. La capacidad para operar desde la distancia y en múltiples escenarios al mismo tiempo multiplica las oportunidades de acceso a menores desde cualquier lugar y en cualquier momento, aumentando las probabilidades de éxito para los abusadores (Quayle, Allegro, Hutton, Sheath y Lööf, 2014)
Anonimato. En el entorno online no siempre es posible saber quién es la persona con la que se mantiene la comunicación, ya que la creación de un perfil falso o la alteración de elementos de la identidad está al alcance de cualquier usuario. El anonimato puede ser aprovechado por un potencial abusador para facilitar acercamientos a los menores, así como para manifestar hostilidad cuando éstos no ceden a sus pretensiones (Suler, 2004).
Percepción de invisibilidad online. La capacidad para acceder a determinados entornos online sin ser identificado produce un efecto desinhibitorio que facilita que los usuarios exploren lugares a los que, de otra forma, no accederían, así como realizar conductas que de otra manera no perpetrarían. Esta percepción de invisibilidad facilita también que los propios menores asuman riesgos online para tratar temas relacionados con la sexualidad, muchas veces poco accesibles en el entorno no virtual (Yang, 2016).
Ausencia de percepción de riesgo. La sensación de distancia segura que proporciona el entorno virtual al no estar expuesto físicamente, dificulta la toma de conciencia sobre el riesgo de determinadas situaciones (Montiel et al., 2014). Cuestiones como entablar conversaciones sexuales con desconocidos, así como el intercambio de material personal se ven facilitadas, incrementándose el riesgo de ser victimizados sexualmente.
Menor supervisión parental. Internet supone un aumento de la autonomía de los menores en relación a su capacidad de interrelación con el mundo que les rodea. La utilización de diferentes dispositivos con conexión a Internet en su vida diaria, así como las múltiples plataformas como redes sociales, foros o juegos online, les expone con frecuencia a interacciones con extraños quedando ello fuera de los límites de control habituales.
Nuevas posibilidades de socialización y experimentación. Llegada la adolescencia, los menores comienzan a desarrollar curiosidad en torno al tema de la sexualidad y las relaciones afectivas. El entorno online puede ofrecer entonces un nuevo ámbito en el que encontrar información no disponible en el medio natural, así como nuevos ambientes de socialización. Asimismo, la ausencia de límites y la baja percepción de vulnerabilidad puede facilitar el inicio de conductas de riesgo como responder a solicitudes sexuales con adultos abusadores (Yang, 2016).
Disociación entre el entorno natural y virtual. En ocasiones se crea una diferenciación del entorno virtual respecto a la vida cotidiana del sujeto, influyendo sobre su subjetividad y sus límites habituales. Esto puede hacer que tanto adultos abusadores como menores puedan desinhibirse con mayor facilidad a través de las TICs, interactuando de maneras que en el entorno cotidiano resultarían inapropiadas (Quayle et al., 2014; Suler, 2004).
Mayor velocidad e intensidad en las relaciones. Las relaciones afectivas que se pueden desarrollar en la intimidad del menor que interactúa sin supervisión a través de las TICs con un adulto, puede hacer que sean experimentadas con mayor intensidad que las relaciones habituales entre pares (Quayle et al., 2012).
Dificultades para empatizar. Al no ver las reacciones inmediatas de la víctima, las TICs pueden facilitar en el agresor conductas de insensibilidad seguidas de una falta de empatía hacia su sufrimiento (Gámez-Guadix, 2017).
Prolongación indefinida del sufrimiento de la víctima. En muchas ocasiones el abusador posee material autogenerado por la víctima o grabado sin el conocimiento de esta (por ejemplo, a través de webcam) en el contexto de la relación abusiva. El adulto puede utilizar estrategias de manipulación y control sobre la víctima para mantener el abuso o para atormentarla tras su finalización, por ejemplo, a través de amenazas con la difusión del material (Nur Say, Babadagi, Karabekiroglu, Yüce y Akbas, 2015).
Ausencia de lugares seguros. La víctima puede sentir una total indefensión al poder ser localizada por diferentes medios (redes sociales, email, etc.) así como al poder ser identificada por conocidos de su entorno o familiares. Dado que los agresores pueden tener acceso a las redes sociales de las víctimas, sus listas de contactos, etc., la sensación de inseguridad no desaparece tampoco en el hogar de la víctima (Slonje, Smith y Frisén, 2013).
De manera congruente con los hallazgos sobre la mayor edad de las víctimas respecto al abuso sexual tradicional, la mayoría de estudios hasta la fecha muestran que los abusadores de menores online suelen contactar con adolescentes en lugar de con niños más pequeños (Bergen et al., 2015). Asimismo, diversos estudios han encontrado que un alto porcentaje de los abusadores online son menores de 25 años (Schulz, Bergen, Schuhmann, Hoyer y Santtila, 2016).
En cuanto a consecuencias del online grooming, poco se conoce debido a la falta de estudios longitudinales sobre el tema, pero se ha encontrado que los menores expuestos a explotación sexual online son más propensos a desarrollar trastornos del estado de ánimo como depresión (Wells y Mitchell, 2007).
Los menores con historias de explotación sexual online muestran mayor riesgo de desarrollar conductas desadaptadas como huidas del hogar, comportamientos de riesgo sexuales y victimización sexual futura, así como abuso de alcohol y drogas. Asimismo, estos menores presentan mayores probabilidades de desarrollar problemas mentales graves como trastornos de estrés postraumático (Wells y Mitchell, 2007).
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Tomado de FOCAD: Formación Continúa a Distancia. Consejo General de la Psicología de España.
NUEVOS RETOS DE LA SOCIEDAD DIGITAL: SEXTING Y ONLINE GROOMING ENTRE ADOLESCENTES. MANUEL GÁMEZ-GUADIX Universidad Autónoma de Madrid. PATRICIA DE SANTISTEBAN. Universidad Autónoma de Madrid
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