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20 octubre 2023
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La validación o legitimación emocional es la aceptación profunda de las emociones de la otra persona, sin enjuiciarlas, sin aconsejar, ni tratar de modificar de ninguna manera el sentir del otro en ese momento. Al validar, se da importancia a sus estados internos, considerando que estos son legítimos, que está en su derecho de sentirse así.
En muchas ocasiones invalidamos lo que siente la otra persona para poder manejar el malestar que nos produce a nosotros lo que el otro nos cuenta, porque no nos sentimos capaces de hacer frente o manejar la emoción que nos está generando la experiencia de otra persona.
Cuando no sabemos o podemos aceptar nuestros estados internos y gestionarlos de manera funcional, tratamos de reprimirlos, ocultarlos y/o evitarlos. Al no validar las emociones, no solo no desaparecen, sino que al taparlas les damos muchas más fuerza, de manera que quedan en nuestro inconsciente, y aprendemos que es preferible reprimirlas, para evitar generar situaciones incómodas…
Si crecemos en entornos que invalidan nuestra forma de sentir, aumenta nuestro sufrimiento, por un lado, porque nos sentimos culpables del malestar que produce en el otro, y por otro porque creemos que las emociones incómodas para los demás son inadecuadas o incorrectas, y si están ahí, dentro de nosotros, es porque algo nuestro no es “normal” o “no está bien” y yo también soy inadecuado.
Esto llega a ocasionar que aprendamos, sobretodo en nuestra infancia, a tener miedo de que si expresamos algo que sentimos y que creemos que es inadecuado, puedan llegar a retirarnos el amor, la aceptación… y por ello, dejar de sentir la seguridad que tanto necesitamos de aquellos que son nuestros cuidadores. Esa represión emocional puede implicar crecer inseguros, con falta de autoestima y confianza en nosotros mismos y en las relaciones con los demás, generándonos un autoconcepto negativo .
Imagina que te sientes, triste, desesperanzada, despreciada, abatida, frustrada, incapaz, rabiosa… ¿no te gustaría sentir que tienes a alguien a tu lado que no te va a juzgar, ni a cuestionar, que te va a escuchar de forma respetuosa? , eso es lo que necesitamos de los demás.
Así que la próxima vez que alguien te diga algo como que se siente tonto, feo, menos capaz, que no tiene ganas de seguir viviendo… evita decirle que no diga eso, que no piense así, que se anime, que no es para tanto… ya que lo único que conseguimos respondiendo de esta manera es que la otra persona se sienta incomprendida, no escuchada, deslegitimada…
Primero intenta conectar con ella diciendo algo como “siento muchos que te encuentres así”, “tiene que ser duro”, “yo nunca he vivido nada así “o “yo también me he sentido de esa forma en algún momento”…
Luego pídele a esa persona que te explique por qué se siente así, que le ha hecho pensar lo que piensa o sentirse como se siente en ese momento. Evita los «pero». Cuando añades un «pero» a la validación, ya no validas, has pasado a corregir.
Primero hay que conectar, comunicarse, validar lo que siente, sin negar, minimizar, ridiculizar, cuestionar o rechazar. No tengas prisa en darle consejos o soluciones. No podemos evitar que una persona sienta lo que siente o piense como piensa, pero si podemos escucharle y acompañarle y a partir de ahí, posiblemente, ayudar a esa persona, si ella nos lo pide.
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