Las fobias son un miedo irracional y desproporcionado ante determinadas situaciones, circunstancias, objetos, animales,…

 

Existen muchos tipos de fobias específicas y cada una suele recibir un término concreto. Algunos ejemplos son: miedo a la sangre (hemofobia), a las agujas (belonefobia), a las tormentas (brontofobia), a la muerte (tanatofobia), a las arañas (aracnofobia), a las alturas (acrofobia), a los lugares cerrados (claustrofobia), a la soledad (eremofobia), a conducir (amaxofobia),…

 

Independientemente de qué fobia específica tenga la persona, es probable que experimente alguno de estos síntomas:

  • Miedo inmediato e intenso, ansiedad y pánico cuando la persona se ve expuesta a lo que le produce ese temor o, a veces, simplemente si lo piensa o imagina.
  • La persona suele ser consciente de que sus temores son irracionales o exagerados, pero siente que no tiene control sobre ellos.
  • Hacer todo lo posible por evitar lo que genera ese miedo, bien sea conductualmente o a nivel de pensamiento, y si no es posible evitarlo, lo vivencia con gran ansiedad y temor, pudiendo llegar a veces a sufrir un ataque de pánico.
  • El día a día de la persona puede verse afectado por este miedo, teniendo que cambiar hábitos, rutinas o, incluso, interfiriendo en su desarrollo laboral o social.
  • Puede aparecer sintomatología física, como sudoración, palpitaciones, dificultad para respirar, nauseas, vómitos, mareos, sensación de desvanecimiento,…

 

Puede ser que a los ojos de los demás muchas de estas fobias sean absurdas o insignificantes, pero para persona que las sufre puede convertirse en un serio problema que les limita y que les genera gran malestar y angustia, afectando a diversas áreas de su vida, incluso llegando a poder ocasionarles aislamiento social o trastornos en el estado de ánimo. Por eso, nuestra recomendación es que si tienes alguna fobia específica busques ayuda psicológica para tratarla.

Las fobias son un miedo irracional y desproporcionado ante determinadas situaciones, circunstancias, objetos, animales,…

 

Existen muchos tipos de fobias específicas y cada una suele recibir un término concreto. Algunos ejemplos son: miedo a la sangre (hemofobia), a las agujas (belonefobia), a las tormentas (brontofobia), a la muerte (tanatofobia), a las arañas (aracnofobia), a las alturas (acrofobia), a los lugares cerrados (claustrofobia), a la soledad (eremofobia), a conducir (amaxofobia),…

 

Independientemente de qué fobia específica tenga la persona, es probable que experimente alguno de estos síntomas:

  • Miedo inmediato e intenso, ansiedad y pánico cuando la persona se ve expuesta a lo que le produce ese temor o, a veces, simplemente si lo piensa o imagina.
  • La persona suele ser consciente de que sus temores son irracionales o exagerados, pero siente que no tiene control sobre ellos.
  • Hacer todo lo posible por evitar lo que genera ese miedo, bien sea conductualmente o a nivel de pensamiento, y si no es posible evitarlo, lo vivencia con gran ansiedad y temor, pudiendo llegar a veces a sufrir un ataque de pánico.
  • El día a día de la persona puede verse afectado por este miedo, teniendo que cambiar hábitos, rutinas o, incluso, interfiriendo en su desarrollo laboral o social.
  • Puede aparecer sintomatología física, como sudoración, palpitaciones, dificultad para respirar, nauseas, vómitos, mareos, sensación de desvanecimiento,…

 

Puede ser que a los ojos de los demás muchas de estas fobias sean absurdas o insignificantes, pero para persona que las sufre puede convertirse en un serio problema que les limita y que les genera gran malestar y angustia, afectando a diversas áreas de su vida, incluso llegando a poder ocasionarles aislamiento social o trastornos en el estado de ánimo. Por eso, nuestra recomendación es que si tienes alguna fobia específica busques ayuda psicológica para tratarla.

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